Las características áridas del clima, la estacionalidad de las lluvias y la competencia que se establece con el ganado provocan que las tortugas tengan que desplazarse largas distancias para conseguir alimento. Las características áridas del clima, la estacionalidad de las lluvias y la competencia que se establece con el ganado provocan que las tortugas tengan que desplazarse largas distancias para conseguir alimento.
En su alimentación, las tortugas aprecian, particularmente, las plantas cactáceas. Aunque también se alimentan de los frutos desprendidos de los árboles y arbustos, entre los que cabe destacar las vainas maduras de los algarrobos, a las que logran partir con sus picos córneos. De estas leguminosas y de los pastos de gramíneas las tortugas obtienen la mayor parte de los azúcares y proteínas que requieren. La dieta se completa con plantas herbáceas, que suelen brotar tras las lluvias de verano, también con la ingestión de pequeñas piedras que las proveen de calcio. En muchos casos, la alimentación requiere eliminar las espinas que posee buena parte de la vegetación del hábitat de las tortugas. Aquellas son arrancadas con ayuda de las patas. Es frecuente que se queden clavadas en ellas y que se originen infecciones.
El lento metabolismo de las tortugas hace que las transformaciones de los alimentos ingeridos sean muy lentas, por lo que son posibles largos períodos de ayuno. También, pueden prescindir durante mucho tiempo del agua, pues, como parte de su adaptación al hábitat desértico, retienen en la vejiga el agua de la orina.
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